viernes, 6 de junio de 2008

La leyenda: "El Reino del Dios Jaguar"



Hace mucho tiempo atrás el Dios Jaguar gobernaba sobre los Quillantú. Una tribu indígena que ofrecía tributos y sacrificios a su Dios.

Cada año, en el sexto mes con luna creciente, el Dios Jaguar baja para recibir los sacrificios humanos que le ofrecían. De no ser así la ira del Dios se revelaba impidiéndoles una caza abundante para alimentar a las familias.



Una familia por año era la destinada para brindar los sacrificios, los que debían contener sangre extranjera; debido a la firme creencia de que los Quillantú eran los descendientes del Jaguar.

El sacrificio consistía en ofrecer a cuatro personas que reunieran los dones y que tuvieran un alma pura.
La primera la persona de espíritu sabio, conocedor del origen de la tribu.
La segunda debía ser noble e inocente, capaz de de transmitir su pureza a través de su mirada.
La tercera, de alma protectora de los inocentes.
La cuarta debe contener un espíritu fuerte y valerosa.




Hubo un año en el que la familia destinada al no poder ofrecer sacrificio se ofrece a sí misma para aplacar la necesidad del Dios. Todos reunían las características. Pero ésta ofensa enoja al Jaguar el que baja siete días antes de luna llena. Cegado de ira mata a la familia que, de lo que se conoce, era un abuelo, la madre, el padre y una niña. La tribu temiendo otra represalia por parte del Dios, abandona su tierra. Tenían la certeza de que la tierra se volvería árida.

El objeto que custodiaba la esencia del Dios era la máscara sagrada con el mismo rostro del Dios Jaguar. Reposa en un templo diseñado para mantener a salvo la máscara. Se cree que aún está en su sitio de origen y donde sólo los valientes se atreverán a visitar.


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